La vitamina E es un nutriente liposoluble presente en muchos alimentos. En el cuerpo, actúa como antioxidante, al ayudar a proteger las células contra los daños causados por los radicales libres.
Se puede adquirir a través de la alimentación, pero también es necesaria la suplementación cuando lo indique un profesional.
Adquirir la cantidad necesaria de vitamina E diariamente es importante para la salud del organismo, entre otros beneficios de esta vitamina es que ayuda a mejorar el sistema inmunológico.
La vitamina E está presente en todas las membranas celulares de nuestro organismo, encontrándose en mayor concentración en las células de nuestro sistema inmunitario. En la membrana de nuestras células inmunes tenemos ácidos grasos poliinsaturados. Debido a su composición química, estos ácidos grasos se oxidan fácilmente. La vitamina E actúa previniendo la oxidación de estos ácidos grasos y protegiendo nuestras células del daño oxidativo.
Fuentes
Las principales fuentes dietéticas de vitamina E son los aceites vegetales. Las nueces también son buenas fuentes de vitamina E. Los aceites de soja, girasol, maíz, nuez, semilla de algodón, palma y germen de trigo contienen cantidades relativamente más altas (más de aproximadamente 50 mg de vitamina E/100 g de aceite) de vitamina E que otros aceites. Las proporciones de tocoferoles α, β, γ y δ varían según el tipo de aceite. Los aceites de cártamo y girasol tienen un alto contenido de α-tocoferol, los aceites de soja y maíz contienen principalmente γ-tocoferol, y el aceite de semilla de algodón contiene proporciones similares de α- y γ-tocoferoles. Por lo tanto, los tipos de aceites consumidos a través de la dieta afectan los niveles de ingesta dietética de α-tocoferol.
Los suplementos de vitamina E son bastante populares y contribuyen considerablemente a la ingesta de vitamina E entre algunas poblaciones. Las formas naturales o sintéticas de α-tocoferol se usan como suplementos.